sábado, 28 de noviembre de 2009

Cuando es imposible ser políticamante correcto: Eric Cantona.

Hace muchos años que acaeció este imborrable hecho, en concreto fue un 25 de enero de 1995, pero hoy me lo han recordado con un comentario oportuno en plena retransmisión de un partido de la Premier. Eric Cantoná siendo un futbolísta brillante, siempre se mostró como un jugador de caracter guerrero, indomable incluso en un fútbol como el británico, siendo el más respetuoso con las reglas, noble en su ejecución y celoso guardián de sus formas. No se podía esperar menos de la cuna del deporte rey.



La verdad es que viendo hoy en día las imágenes (y sabiendo que la cosa no fue a mayores) no puedo evitar esbozar una sonrisa y poniéndome en su lugar, también puedo comprender que quizá haya situaciones en las que uno no se puede contener aún sabiendo que lo que haces no está bien hecho. Luego se lamentarán las consecuencias, pero en caliente, ¿quién puede pararse a pensar en qué es lo correcto cuando por dentro hierve la sangre?

La actitud es injustificable, la imagen antideportiva y en conciencia reprobable. Y todo causado porque un aficionado del Crystal Palace -Matthew Simmons- le insultó (me imagino que de la misma forma como tantas otras veces lo habrían hecho en todos los campos de enfervorecido público) y también le recomendó volverse a Francia. Fue suficiente para que se cruzara el cable y provocara el cortocircuito. El resultado a la vista está. Tal vez sea un fruto de la espontaneidad de la raza humana, imprevisible para lo bueno y para lo malo, pues no creo en la maldad como esencia irrenunciable del jugador francés.

También puso de moda los cuellos subidos.

Cantoná tuvo que responder de su conducta ante los tribunales y fue condenado por ella. Una multa de 20.000 libras y dos semanas de cárcel que pagó realizando 140 horas de servicios comunitarios. La Federación inglesa lo suspendió y su vuelta se produjo, tras nueve meses, el 1 de octubre de 1995 ante Liverpool, todo un partidazo para volver a calzarse las botas.

Hace poco lo podíamos ver anunciando para Nike el Jogo Bonito, la vida siempre da segundas oportunidades. Eric es un ejemplo -entre muchos otros- que han salpicado el deporte y la vida con acciones poco o nada correctas. Errar es humano, intrínsecamente humano, aunque todos acudimos a recriminarlo como si fuéramos de otra especie. Juzgamos las acciones de los demás sentados en un cómodo sillón a 70 pulsaciones por minuto, comiendo ganchitos y cerveza en mano. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra... Ojo, sin darle a nadie.

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