martes, 1 de diciembre de 2009

Vinilos, CDs, DVDs y Artistas...

Los artistas, productores y demás gente del mundillo de la música se han manifestado hoy en Madrid pidiendo al Gobierno nuevas medidas para acabar con la piratería. Lo cierto es que las mafias que duplican el trabajo ajeno para lucrarse masivamente sin ningún esfuerzo, también pueden añadir a su lista de acciones ilegales, la explotación sin piedad de los distribuidores callejeros que tienen a su servicio, como una muestra más de la deshumanización a la que hoy en día se somete a multitud de inmigrantes desesperados que colman nuestras calles.

La simpatía del vendedor ambulante puede que le haga ganar algún dinero para sobrevivir, porque lo que deben de pagar las mafias seguro que es un margen penoso, y en muchas ocasiones, los propios clientes, conmovidos por su situación, no pocas veces les dan algo de dinero sin comprar nada, incluyendo la invitación en bares y cafeterías (si es que no los echan los regentes del local) a consumiciones varias, bebidas y comidas, porque al fin y al cabo, la venta de películas y música no está en sus niveles más altos.
Si a todo esto añadimos que los equipos reproductores cada vez más prescinden del soporte físico de información, -acoplando pequeñas memorias en minúsculos aparatos electrónicos de tecnología punta y con gran capacidad de almacenaje-, no se entiende mucho la protesta del artistazgo. Es más, la própia SGAE, esa organización de dudosa legalidad que todos odiamos, en la revisión de sus cánones, ha penalizado más a los mp3, mp4, discos duros y demás aparateje similar y ha rebajado la imposición en CDs y DVDs vírgenes. Si se quiere atacar a la piratería organizada, ¿no es un contrasentido colaborar en la bajada del precio del soporte -la materia prima- que después se vende en las calles de los tops manta? A esta gente le da igual los inmigrantes, de hecho Teddy, Ramoncín y sus acólitos consiguieron que se penara directamente a los vendedores ambulantes en una modificación de la ley antipiratería. Sólo miran su propio bolsillo.

Entonces, yo me pregunto: ¿La industria y los ARTISTOS y ARTISTAS se manifiestan contra las mafias o contra la libertad que hoy en día todos tenemos en nuestras casas de poder descargar lo que queramos? Si antes los cassettes cumplían la misma función, -y nadie se quejaba- lo que debe molestar es que ahora puedes tener la misma calidad y el mismo soporte que el producido por la industria discográfica. No olvidemos que esta guerra afecta más a las empresas discográficas que a los propios cantantes, utilizados de parapeto, porque su cara es la conocida, y que en el mejor de los casos, -me estoy refiriendo a supercracks como Julio Iglesias- se llevan un 8% de lo vendido en CDs. Donde un artista gana es en las giras.

Podríamos decir que la distribución por internet de la música hace más favor a los creadores que al revés. Las maquetas que circulan por la red, sin coste de ningún tipo puede llevar a que la obra pueda ser conocida en todo el mundo, lo que después pudiera deparar en millonarios contratos y giras si tiene éxito. Caso de Estopa. Pero es que da la casualidad que los que más protestan son los más acabados del panorama musical. Si se les ha pasado el arroz, dedíquense a otra cosa. Dicen que la industria del CD genera empleo, pero no dicen que con 4 millones largos de parados, los tiempos no están para pagar 18 € por los últimos berridos de Chenoa, Malú, Merche, Victor Manuel o Ismael Serrano. Ahí tenemos el ejemplo contrario de Alaska, que en más de una ocasión declaró que no le importaba que la gente piratease o descargase sus canciones. ¿En qué quedamos?

Lo que si es clamoroso es el robo al que fuimos sometidos durante todos estos años. Los precios se mantienen en la música. Hoy cuesta tanto un CD como hace 20 años un vinilo, y sin embargo, antes te daban 12 canciones (2 singles para picar y 10 de relleno infumable en muchas ocasiones) y un cartón plastificado para guardar el LP. Sin embargo, ahora pagas lo mismo que entonces y te vas con el triple. Por el mismo precio te llevas un CD, DVD, letras, una foto dedicada, pelos del artista o artisto y 25 Bonus Tracks. Algo falla entonces. Se pusieron las botas, nos sangraron con precios abusivos por el mínimo esfuerzo, casi estrangularon a la gallina de los huevos de oro y ahora la gallina, recuperada, ha aprendido a manejar la tecnología necesaria para ser independiente. No necesitamos más que un PC, una conexión a Internet y un soporte para guardar aquello que deseamos para mandar a paseo a Sony, Subterfuge, Vale Music, EMI y un larguísimo etc.

Independientemente de que pagar el canon es como dar una patente de corso, creo que no se puede poner puertas a la mar, ni al campo, y mucho menos a Internet. Se acabó el negocio, señores. Y a la SGAE también le llegará su turno, pero eso será en otro post.

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