lunes, 27 de abril de 2009

Mutsugoto.


"Que la distancia es el olvido, yo solo quiero estar contigo." Guaraná, canción "Noche en vela"

Cualquiera que tenga o haya tenido una relación a distancia sabe lo duro que es el momento de despedirse hasta un nuevo encuentro. El trabajo, las circunstancias personales, las obligaciones que nos apartan de lo que más queremos, son algunos de los motivos que nos hacen estar un poco más apesadumbrados, tristes o melancólicos cuando se constituyen en un obstáculo insalvable para las relaciones personales.

La red quizás ha sido el instrumento que más claro haya dejado al mundo que nuestro ámbito de influencia es pequeño, reducido y en ocasiones, frustrante. Por ello, si no exploramos más allá de la vuelta de la esquina, podemos tener más probabilidades de fracasar en encontrar algo que deseamos o simplemente no hayamos lo que se ajuste a nuestros gustos. Con las personas ocurre igual. Internet supera muchas barreras para la comunicación, las relaciones y fomentar encuentros entre personas que no se ubican precisamente en la misma ciudad. Tu entorno cotidiano y conocido no puede ser el único lugar donde puedas dar con esa persona ideal.

Cada vez son más las relaciones globalizadas, los encuentros a kilómetros de las ciudades donde desarrollamos nuestras actividades laborales y las aventuras sentimentales de fin de semana alimentadas con horas de chateo, webcam, móvil y mensajes. Las webs de contactos sentimentales son capaces de encontrar a tu media naranja en la otra punta del país y probablemente acierten en un 90% con la afinidad y probabilidad de éxito que podría tener esa pareja cybernéticamente construida.

Una empresa británica presentará en Edimburgo su remedio para hacer más llevadera la situación que cada vez atraviesan más novios en este mundo globalizado y atrapado por la red.
Propone como demostración, que 3 parejas que vivan una situación de distancia -de más de 250 km- prueben su nueva invención. Mutsugoto.


Mutsugoto parece más bien una respuesta interactiva de presencia espiritual, -estimula la sensación de comunicación através de un haz de luz cuasi-permanente, grabándose en la superficie donde se proyecta-, que una verdadera percepción sensorial de la pareja. Dibujos, formas, colores... no sustituye la presencia del amante pero si le hacen presente.

¿Estaremos ante un giro en la estimulación sensorial? ¿Cambiaremos lo físico por lo espiritual o psicológico? ¿Será ésta una representación de la pureza esencial del amor? ¿Qué sensaciones producirá? ¿Cubrirá con otras satisfacciones las carencias afectivas derivadas de la ausencia del ser amado? Son muchas las preguntas que se agolpan a la vez. Lo que no cabe duda es que es un paso más para que el ser humano explore toda su naturaleza sensorial y sentimental. No asusta, pero si impone.


Mi reflexión se encamina hacia el escepticismo. Creo que la magia de un abrazo, un beso y una caricia para mi, es irreproducible y por lo tanto, insustituible.

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