lunes, 26 de enero de 2009

Odio las mentiras



Don't Lie - Black Eye Peas

Las odio no por que me oculten la verdad, si no porque me menosprecian, me detestan como persona y se burlan de mi inteligencia. La mentira tiene las patas cortas. Se coge primero a un mentiroso que a un cojo, dice el refrán. Es una fantasía que tiene la ilusión que se viste con telas de verosimilitud. Surgen para aparentar lo que no se es, pero se desea. Encubren vergüenzas de las que sus autores son dueños. Se generan para provocar infundadas envidias o apaciguar iras previsiblemente justificables.

Miénteme pinocho, miénteme!

Para ser mentiroso hay que tener dos cosas, buena memoria y ser inteligente. O quizás baste con ser más inteligente que aquellos a quienes pretendemos engañar. Es una ofensa a la verdad, que es la realidad que nos rodea. Lo que es real siempre es verdadero y por lo tanto inmutable. Aunque las circunstancias cambien la realidad, el tiempo es quien determina si al momento que se sentencia, se mentía o no.

Los hechos siempre estarán allí para descubrir su naturaleza cierta y cuando esto sucede, la mentira huye, escurridiza, vergonzosa, en su versión más estúpida. Cuando la mentira es desenmascarada, le acompaña la deshonra de quien la acuña, lo que la amarga aún más. Detesto las mentiras. A partir de su salida a la luz, genera una desconfianza de la que ya no habrá marcha atrás. Dependiendo de la voz de quien provenga, significará más o menos sentimiento de decepción. Cuanto más cercana, más frustración y cuanto más lejana, indiferencia. Incluso hilaridad. Pero cuando te afecta de una forma directa, sentimental o afectiva, te duele, te retuerce las entrañas y te vacía.

Odio la mentira. Es enemiga de la amistad. Es origen de conflictos de diversa índole. Destruye las relaciones, amarga las infancias y pueden llevar a cualquier persona tanto a la cárcel como a la muerte. Está presente allá donde se encuentre el género humano. Nos expulsó del paraiso y aún pagamos las consecuencias. Es cobarde, sin agallas para presentar sus armas y batirse en duelo, se oculta tras la maleza que la resguarda, temerosa de ser vencida. Muchas veces se hace acompañar por el egoismo. Son socios habituales y también suelen darle la mano a la envidia o a la vanidad como colofón de un poker que siempre es perdedor.

No se confundan. Es la representación de la ficción idealizada para fines distintos a la diversión. No se trata de los engaños que sirven al entretenimiento, efímeros, tan burdos como captables por cualquiera que los escuche, lea o vea. Son engaños para dañar, humillar, mancillar, encubrir, deshonrar o delinquir. Genera desasosiego entre quienes la usan, que la pronuncian con voz quebrada, conscientes de su endeble sustento. Por eso es nerviosa, tiembla y se puede desmoronar en el momento más inoportuno... Para sus dueños.

Y qué decir de quienes prefiriendo no saber la verdad, miran para otro lado para vivir engañados ante el temor de confirmar la triste sospecha. Ni siquiera preguntan lo que les corroe por dentro para no sentirse engañados. "Si no quieres que te mientan, no preguntes" rezaban quienes eran cautivos de la falsedad. Prefiero una verdad dolorosa, que la tiranía de una mentira piadosa. Porque se que nunca habrá piedad para un mentiroso.

1 comentario:

Unknown dijo...

"Prefiero una verdad que me hiera una vez, a una mentira que me amargue la vida" . Muy buen post, estoy totalmente de acuerdo contigo, yo nunca querria una mentira, por dolorosa que fuese la verdad.... un saludo..