martes, 11 de noviembre de 2008

¿Es España racista?

Los hijos de la Gran Bretaña se están empeñando en desacreditar a nuestro país con infundados artículos de prensa sensacionalista, -la habitual por aquellas latitudes-, y tacharnos de racistas a la mínima posibilidad que surja. El entorno de Hamilton, personajes como Alex Ferguson o la selección inglesa de fútbol, con su Federación a la cabeza, no paran de torpedear nuestro honor.

Ésta última ha reculado recientemente en su negativa a jugar un partido amistoso en el Bernabéu, -gracias a Capello, conocedor de nuestro país y amante de nuestro jamón- y ahora si aceptan gustosos a probar nuestro exquisito fútbol.

Por aquí se va a Madrid

¿No será que España empieza -deportivamente hablando- a sonar como un duro rival y que las campañas de descrédito afloran como setas en la humedad del bosque? ¿Habla la envida o habla el desconocimiento? En todas las casas cuecen habas y en algunas a calderadas. Lo importante es que antes de señalar al prójimo deberían mirarse al ombligo un poco.

Según recogía El Mundo no hace mucho, "Denuncia por racismo en Inglaterra: una escuela dio el papel de "monos" a los dos únicos alumnos negros"

El insólito caso ocurrió en un establecimiento de Bristol. Para el acto escolar de fin de año, el profesor dispuso que los dos chicos negros hicieran el rol de monos en la obra. Los padres denunciaron que se trataba de "racismo evidente".

Una denuncia por racismo fue presentada después que los dos únicos niños negros de una escuela, entre 60 de su curso, recibieron el rol de "monos" en el acto escolar de fin de año de la Hashley Down School de Bristol, de Inglaterra, donde se pondrá en escena la obra "La isla encantada".

TRISTE. Myles Stevens, el alumno de siete años que fue discriminado.

Añado: aquí el único mono es el profesor cretino. Si esto no es racismo que baje Dios y lo vea. Y lo verá, claro que lo verá, como lo vemos todos.

También es justo que nostros no miremos a otro lado. Todos tenemos preferencias en los diversos aspectos de la vida. Lo que mueve a esas preferencias es lo que lo convierte -nos convierte- en racional o irracional. Cuando un sentimiento -filia o fobia- se genera con una absurda fundamentación como es el color de la piel, su religión, sexo o miles de criterios que nos diferencian, -y nos hacen más interesantes-, es cuando peligra realmente la cordura. Pero es llamativo ver como lo que a primera vista parecería un objetivo fácil de racismo se convierte en admiración y viceversa. En tu equipo favorito puede militar un jugador negro y ser el ídolo. Y sin embargo cuando un rival es de su misma raza, provoca un reprobable rechazo en los sectores más ultras, los mismos que aplauden las virguerías del local. Es decir, el racismo no es expresión de una causa-efecto indeferenciada, si no que su exteriorización se convierte en un arma arrojadiza dependiendo de quien es el receptor. Es capaz de distinguir entre potenciales iguales.

Otro rasgo que descubre lo complejo del racismo-elector es el factor económico y status social. Una persona con poder y fama no es tratado del mismo modo que una persona que no tiene donde caerse muerto. Pongamos ejemplos que suscitan admiración: Obama, Tiger Woods, Nelson Mandela, Beyoncé, Tina Turner, Kobe Bryan... todos ellos negros y en el otro lado, el mendigo de la esquina o del supermercado de nuestras calles. El mendigo es blanco. Piensen.

Seguro que las hormonas no son racistas

Pero la reacción va más allá cuando no se trata de un mero observador. Cuando un individuo común debe una modesta cantidad de dinero, se le ejecuta por petición del banco sin más avisos que los meramente preceptivos. Cuando el que debe es un afamado cliente o simplemente debe una fuerte cantidad, es la propia banca la que le invita a comer -comida "de negocios" con cargo al banco que mantenemos todos- para renegociar la deuda.

Por último y enlazando con el factor económico, está el lenguaje. El propio léxico hace que diferenciemos etiquetando. Un jeque jamás será un moro con dinero y un afamado deportista de color, -de color negro, les falta decir siempre- jamás será un negro que hace deporte. Un gay tiene estudios, es un sensible artista o lo quiere parecer y un maricón adolece de todo pedigrí. Aquí también está el racismo a la carta.

Yo me declaro racista. Me declaro profundamente racista de tontos, necios e intolerantes. Sobran en todo el mundo. De esos hay miles, negros, blancos, latinos, americanos, asiáticos y europeos, cristianos, judíos y musulmanes, hombres y mujeres, gays, transexuales y heterosexuales. Incluso algunos mandan -y mandarán- de una forma más o menos directa sobre nuestro destino, teniendo incluso que padecerlos. O no, si podemos evitarlo. Lo que está claro es que racismo e ignoracia siempre van de la mano.

Pruebe suerte nuevamente.

Una vez escuché que algo estaba cambiando cuando el mejor golfista del mundo es negro y el mejor rapero, blanco. Creo que con Obama hemos rematado dando una nota de color -como poco esperando que sea algo más que puro marketing- a la Casa Blanca. Yo lo que les recomiendo es que busquen dentro de cada uno, en su cabeza y verán que nos somos tan distintos unos de otros. En todo.

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