martes, 3 de noviembre de 2009

When Old Becomes Gold


España, país donde la envidia es el deporte nacional, -por delante incluso del sillón-ball-, es muy dada a enterrar a sus héroes llegados a un punto irreversible: el cansancio de verlos triunfar. Nos encanta hacer subir como la espuma a gente que -por ser aparentemente desvalida, inocente, digna de protección, hasta que se valga por si misma- merece una oportunidad. El fundamento está en ese mismo razonamiento, porque nos cae bien, conecta con el público, es diferente o simplemente su debilidad les hace entrañables. España es única apoyando causas imposibles hasta que las transforma en realidad lustrosa. Es el rey Midas del talento, pero con una fecha de caducidad prematura.

En un primer momento, el sujeto que clama por la bendición popular, ha de hacer un esfuerzo titánco para sobreponerse a mil y una trabas -de su condición personal o las que la maquinaria de que se trate, le ponga en su camino-. Sobrepasados algunos de estos lances, inmediatamente, llamada por la herocidad de la superación, la masa acude alli donde más la necesitan -o donde piensa que más sacrificio puede aplaudir-. Es entonces cuando el impulso generado por un hombre solo, es multiplicado por miles, alguno por millones de exacervados seguidores que tratan de allanar y limpiar el paso del nuevo ídolo, como si de una piedra de curling se tratase. Parece que es una cuestíon de justicia social. Se convierte en una necesidad moral. El veredicto está por llegar y no puede ser otro que el padrinazgo: Este luchador, tiene que triunfar. Y en todo ello también hay una medalla injusta que colgarse, la que se ponen todos los charlatanes que en algún momento dicen "siempre creí en él", "fan de toda la vida", "yo le apoyaba cuando nadie lo hacía".


Así es como se aupan muchos artístas, deportistas, políticos, personas públicas en definitiva que saben o se encuentran con el empujón extra de una sociedad enloquecida con la novedad. Lo anterior es el pasado más rancio y debe ser relegada. Aunque esa supuesta "ranciura" tan sólo tenga unos pocos años y el mismo esfuerzo por mantenerse en la cresta de la ola -o más- que aquel que soporta quien acaba de llegar a la cima. Pero ya no está bien visto.

Quienes están desde hace mucho tiempo en el pedestal saben que tiene unos cimientos muy endebles, posados en arenas movedizas -al menos cuando éstos se posan en España-. En otros países los méritos son reconocidos ad eternum aunque no sean sus nacionales. La admiración es respeto y se guarda siempre a quienes han alcanzado una meta con su esfuerzo y trabajo incansable, a pulso, independientemente de que otros vengan después y lo hagan mejor, porque en su tiempo nadie les superó. Es ley de vida y es sana competencia. Pero aquí se habla de lo que queda después.


Todo este proceso lleva consigo dos consecuencias:

1) la rapidez del encumbramiento de determinadas figuras que hacen dar títulos, premios, homenajes y demás tributos de pleitesía a personas que no han acabado su carrera, -con el riesgo que un reverso en su actitud conlleva- y

2) el prematuro relevo en las admiraciones, acarrea la injusticia del olvido para quienes en su día fueron alguien digno de ser loado. Los arrinconamos y los detestamos. Nos damos prisa en quitarlos del medio. Ya han estado demasiado tiempo en la nube de la felicidad -del sacrificio, diría yo-. Creemos que así somos justos, porque otros tendrán que probar las mieles del éxito. A lo peor, no nos damos cuenta de que quienes está ahí todavía, es porque lo merecen y aún no han dicho su última palabra y los que están debajo quizás tienen que ganarse el sitio avanzando unos kilómetros más por el tortuoso camino de la gloria.

Me llama la atención cómo se trata a personas como Nadal, Raúl, Fernando Alonso, y un largo etcétera -que no amplío a otros campos por no herir sensibilidades, pero pasa en todos los ámbitos de la vida- cuando aún están en activo y tienen mucho que darnos. Es muy fácil dar la palmada en la espalda cuando ganan, y es más sencillo darles la patada incluso cuando no hacen su labor rayando la excelencia. Quizás si tuvieramos un jefe tan severo como nosotros lo somos de público, no duraríamos ni una semana en el trabajo y acudiríamos al sindicato más cercano a denunciar "un trato vejatorio y explotación". Y ahora que nadie me hable de sueldos. El reconocimiento no va en el sueldo, se otorga gratuitamente a quienes han sabido ser los mejores en cualquier disciplina.

El Whisky mejora con los años y su color sigue siendo dorado...

España es así. Envidiosa e injusta.

4 comentarios:

OLGA A. dijo...

Touché.
;)

R@ dijo...

¿Sabes de quien me acordé aunque no sea español?
De Obama.¿No crees que era pronto para un Nobel?
También creo que la política, entre corrupciones y crisis varias, está fulminando a todos los candidatos.Zapatero a la quema,y es que este país ya no lo puede arreglar nadie porque han dejado llevar las cosas a un punto de ``no-retorno´´
De deportes no soy, pero si es cierto que con Alonso pasa eso,le han echado al olvido

Jorge dijo...

Completamente de acuerdo contigo R@. Eso daría para muuuuuuchos post en este Blog. Pero es que me arriesgo a que me llamen de todo por decir lo que pienso. Lo del Nobel a Obama es una pantomina y el desencanto también está llegando a USA.
La clase política española dija muchísimo que desear y así nos va. Unos y otros. Pero el que manda es quien dirige y ahora mismo vamos... MAL.

Encaucé INTENCIONADAMENTE el tema por el deporte por ese motivo, por no mojarme con temas políticos o de otra índole. Pero es aplicable 100%.

Solo discrepo en una cosa: Siempre hay tiempo para cambiar las cosas a mejor. Siempre se puede mejorar. Soy optimista, a peor no se puede ir! Confía! ;-)

Saludos y besazos para Olga!

Jorge dijo...

Alonso no me preocupa mucho. El año que viene miles de Ferraristas se subirán al carro (nunca mejor dicho) ganador.

Me preocupa más la tozudez de quienes no quieren ver las cosas obcecados por los fanatismos (añado aquí fanatismos políticos)y me duele más porque en base a eso, no somos capaces de cambiar las cosas. Cuando unos pocos decíamos que había crisis, que se estaban haciendo las cosas muy mal, estos señores que nos gobiernan lo negaban y siguen negándolo, a los ciudadanos y a Europa.

Es intolerable la clase política que tenemos. Incultos, profesionalizados y meros hinchas de sus siglas. ZP = Peor Presidente de la Historia de España, que ha abierto heridas ya cerradas y nos ha sumido en la miseria económica.