sábado, 7 de noviembre de 2009

¿Antitaurinos o antiespañoles?

Las Vegas, Estado del que dicen que la diversión es sinónimo de su topónimo, ha incorporado a su basta oferta lúdica unas pinceladas de nuestra patria. Arte, emoción, valor, pasodoble y reconocimiento. Como no podía ser de otra manera, reprodujeron con las limitaciones propias del recinto una auténtica plaza de toros. El albero yankee no es las Ventas de Madrid ni la Maestranza de Sevilla, pero no le tiene nada que envidiar al menos en lo funcional. La segunda parte de la locura americana, fue fichar a los toreros. Nada que una buena oferta no pueda arreglar. Y así fue.

Ahora, muchos de nuestros diestros en estos días (y durante los siguientes meses) dan a conocer un poco más nuestras tradiciones, me planteo una cuestión. Bien es sabido que los americanos son el pueblo más moral y contradictorio del mundo civilizado: son capaces de proclamar una pureza que raya la castidad y después ser el mayor productor de películas porno del globo. Pero también saben tener buen ojo para los negocios y sobre todo para los espectáculos. No es lo mismo una liga profesional de baloncesto (como la española, la más potente de Europa) que la NBA. Son los reyes del SHOW. Saben vendernos sus deportes, fiestas, tradiciones (aunque tengan poco más de 200 años como nación y las hayan "adoptado y adaptado" de su origen europeo) y nosotros lo compramos. Siempre picamos en mayor o menor medida. Ejemplos hay mil: Papá Noël, Halloween, concursos de televisión, series y un mayúsculo ETC...

Primera plaza de toros en Las Vegas.

Para adaptar la fiesta nacional al público y a las normativas de USA, no se permitirán las suertes en las que se castiga al toro y que le producen heridas, como tampoco se podrá matar al animal. Tan solo la faena desprovista de sangre. Otro tema es que estén a tiros por las calles, la violencia se apodere de la gran pantalla como reflejo de su sociedad o veamos estupefactos escenas de brutalidad policial de la buena, no de la denunciada en Europa por los grupos progre.

Volviendo al tema del desarrollo escenográfico, llama la atención la simplicidad con la que resolvieron todos estos puntos de discordia. Se colocaban, por ejemplo, una zona de velcro para poner las banderillas y se entraba a matar sin peligro para el astado, sin deslucir un ápice la faena. El valor del torero está fuera de dudas, pues arriesga de la misma forma -o más, ya que la merma del morlaco es mínima, sólo es fatiga física que el diestro puede dosificar-, y el peligro siendo real, sigue generando mucha tensión en el espectador.

La pregunta lanzada a todos los ultras que acosan a nuestras señas de identidad es la siguiente: si tanto le molesta el maltrato animal, ¿por qué no se propone una VERDADERA reforma de la fiesta nacional, (que lo es, nos guste o no, porque originaria de España, esencia exportada al resto del mundo) presenvándola, al modo americano, para que perviva y dejan las PROHIBICIONES -que tanto gustan a los que no saben legislar de otro modo- de un lado? ¿O tal vez la raíz del problema es que se trata de prohibir todo aquello que se identifique con ESPAÑA y el argumento -falso, burdo, simple y pueril- es el "genocidio animal" para marcar un rasgo diferenciador?

Salida a hombros de José Tomas en Barcelona.

Barcelona, fue propuesta por algunos políticos interesados como la primera ciudad antitaurina de España, todo un ejemplo. ¿Cómo puede declararse una ciudad de una u otra forma -taurina o antitaurina, gay u heterosexual, culé o periquito, merengón o colchonero, de izquierdas o de derechas, católica o protestante, sin ofender a una parte (mayor o menor) de sus ciudadanos? Muchos de los problemas existentes -cuando ya hay bastantes- es fruto de los políticos y sus intereses particulares. Una ciudad no debe calificarse, sino que debe ser el conjunto de sus ciudadanos, plurales, libres y en convivencia. La reaparición de José Tomás no fue por casualidad en la ciudad condal. La plaza se llenó.

Es chocante como todos estos censores de parte de la cultura -la que no les interesa- quieren en ocasiones salvaguardar tradiciones como los Castellets en los que existe un riesgo elevado para las personas (no animales, personas) e incluso no sería la primera vez que se matan niños, (a los que ahora ponen un casco de andar en patines por su seguridad; -es una medida solo efectista, inservible como caiga desde una altura de 12 metros-), pues son ellos los que van más arriba de la torre y la culminan ante el delirio de los presentes. Delirio producido porque saben que hay riesgo en la maniobra sin renunciar a parte de la belleza plástica y el esfuerzo.

Grupos independentistas han acabado con la imagen siluetada del toro de Osborne -patrimonio cultural- en Cataluña, sin importarles la marca que representa, que las vallas estuvieran en propiedad privada y la opinión del resto de ciudadanos. Así sin más. Por mis cojones toreros. Y para rematar lo han querido sustituir por un asno, el "ruc", símbolo del catalanismo adoptado como animal autóctono. La verdad es que se han buscado un digno representante.

Otros amigos de la prohibición disfrazados de ecolojetas: los mismos que comen marisco hervido vivo, pulpo recién sacado del mar, machacado en vida a golpes -para que esté más tierno a la hora de degustarlo-, sueltan irracionalmente miles de visones de granjas totalmente legalizadas, desequilibrando el ecosistema de la zona y un larguísimo ETC... La mayoría de estos movimientos, son influidos e integrados por anglosajones, que siendo desconocedores de sus propios problemas o neutralizados en sus países, vienen aquí a solucionar los nuestros. Es decir, gente de poco fiar. Mientras, Hemingway universalizaba los Sanfermines con las referencias que, sobre este singular evento, recogió en sus crónicas periodísticas y en su novela "The sun also rises", conocida en España como "Fiesta".

Cuando acaba la ecomanifa (o antes de la misma),

los mismos guiris se ponen ciegos en Pamplona.

¿Aceptarían todos estos inquisidores un cambio como el propuesto en USA para la tauromaquia en España? Y en tiempos de crisis, a todos estos vengadores de nuestros gustos y principios no les preocupa los puestos de trabajo que se perderían con la supresión de la industria del toro? El suyo seguro que no les preocupa porque viven en su mayoría subvencionados o son politicos de profesión. ¿No sería una buena forma de conservar los trabajos, dejar contenta a la afición, preservar nuestra esencia y evolucionar? Se retratarían muchos de ellos con estas propuestas a puerta gayola, cogería a otros tantos a contrapié, veríamos el objeto real de la persecución, y en los medios de la plaza, recortes de izquierda, verónicas y manoletinas ajustadísimas para esquivar el toro de la vergüenza.

Pero bueno... ya lo dijo Francisco Rivera Ordoñez, al que un gobierno socialista le concedió la medalla de las artes: EL MAYOR ENEMIGO DE LOS TOROS, EL MAS ANTITAURINO, ES EL QUE AHORA VIVE EN LA MONCLOA.

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