martes, 8 de febrero de 2011

Mou actitud


Además de encontrarse como rivales deportivos también parece que los dos mejores entrenadores del momento, Mourinho y Guardiola, tienen otro campo de batalla: la actitud ante la vida. Mientras el de Santpedor se muestra humilde como sus orígenes en una pequeña población catalana sita en la provincia de Barcelona, el portugués es mucho más altivo, más directo y por qué no decirlo, más agresivo.

Ninguna de las dos actitudes puede ser reprochable si el efecto que consiguen es el mismo. Encarar los problemas y luchar para resolverlos. Tal vez, Guardiola tenga que emplear un método de motivación diferente al cuartelario cuando el ADN de este Barça no es para nada una suma de egos, si no que está "hecho en casa", como una buena familia que reside en la Masía. No les rodea el glamour, ni son los más guapos, ni los más envidiados salvo por su buen hacer con los pies. El fútbol es su mérito y la causa por la que son admirados y reconocidos. Se han olvidado de toda la parafernalia que muchas veces envuelve al deporte rey de España. Y parece que la fórmula resulta, pero no para todos.

Ibrahimovic no comulgaba con la filosofía del asceta catalán. Necesitaba sentirse el centro de atención, y no compatirlo con los pequeños genios culés. No resultó, porque no estaba el sueco hecho para trabajar y ser medido por el mismo rasero, el cual creía demasiado distante de su altura, aunque creo que aún no sabe quien estaba por debajo. Siempre ha perseguido la excelencia y en la ciudad condal, se perdió chocando con todo hasta que regresó a Milán. Diferentes personas, necesitan diferentes tratamientos. Ibrahimovic había sido un capricho caro de Guardiola y fue el peor final que pudiera imaginar. El portazo no pudo ser mayor.


El Real Madrid dió un golpe de efecto fichando a Mourinho. El revulsivo que todo madridista esperaba, el mesias antibarça que había apeado de la Champions de la temporada pasada al todopoderoso Barcelona con un Inter al límite de sus posibilidades. Mou es muy distinto, desde su rictus a su manera de expresarse. Hecho a sí mismo, sin deber cuentas a nadie. La rectitud marcial, las contestaciones precisas -sin cuidado de ser políticamente correcto- y su manejo de la plantilla, hacen que el luso haya entrado poniendo rumbo y brújula a un Madrid desnortado.

Dirigir un grupo como el Real Madrid exige un plus de mano izquierda. Estoy seguro que Mou ha sabido ganarse la confianza del conjunto deportivo con autoridad y que ahora estarán más unidos que nunca lo han estado en años anteriores. La huella que dejó en el Chelsea e Inter es una magnífica muestra de la forma de trabajo que tiene este carismático entrenador.

Sabe tocar el orgullo de su plantilla, pone el muro más alto para que vencerlo sea el reto a conseguir, estimula la competitividad y al final se ve que el resultado llegará. Pero todo esto lo hace con un arrojo impropio del común de los mortales, lo infunde a quien le rodea y aunque no es un estilo que abunda, hace buena la máxima de que si crees en ti mismo, podrás alcanzar cualquier meta. La autoestima es un campo que algunas personas no trabajan adecuadamente y por ello sufren a lo largo de su vida miedos infundados, no superan obstáculos relativamente fáciles o ni siquiera se ven capaces de intentarlo. Es un temor que vive dentro y es el mayor enemigo es uno mismo. De esa cárcel es difícil salir porque nadie te sacará si no eres tú el que abre el cerrojo.

Nada tiene que ver aquí las capacidades, si no la actitud. Personas con cualidades excelentes se han perdido por no tener una buena predisposición mental y al revés. Gente por la que nadie daba nada, han logrado metas que algunos les había creído como inalcanzables. Esa fe es la que estimula mejor Mourinho. El Real Madrid concentra la flor y nata del fútbol, al menos en nombres y nóminas, pero eso no le ha permitido ganar títulos en los últimos años con la superioridad que se le presuponía. Ahora, si dejan trabajar a Mourinho, tal vez estemos ante la época más fructífera de las últimas décadas.


Sus artes pueden ser discutibles, los modos criticables pero nunca ofensivos, y el resultado tangible es lo que se ve al final. Démosle tiempo para que cuaje su fórmula. Mou actitud, la arrogancia basada en el trabajo y la autoestima como arma ante el desafío venidero. Como dijo una vez, "Gracias a Dios no soy modesto".

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